martes, 21 de abril de 2015

Cuando la voluntad se transforma en poder.

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Por Fernando Véliz Montero (Chile) 

Cuando niño siempre escuché a mi madre que frente a un momento de adversidad o búsqueda decía en forma enérgica, “¡esta no me la va a ganar!”. Su resolución era tal, que obviamente las cosas ocurrían sí o sí. Esa vocación por construir desde la voluntad ha hecho que su vida, hasta hoy, sea una suma de búsquedas honestas y jugadas. Nada ha quedado en el “ojalá que… o podría ser que… o espero que algún día…”. Definitivamente no. Para ella un desafío es sinónimo de aplicar voluntad resuelta, y ahora, si los resultados a esta voluntad no son los esperados, ¡no importa!, el acto de salir a buscar ya está hecho.  

Voluntad, una tarea diaria 

Desde una perspectiva filosófica/psicológica, la voluntad es vista como las facultades o poderes originarios del alma, que se combinarían en su conjunto para producir las manifestaciones del hombre. Estas facultades o poderes, se suman a la definición que en algún momento nos entregó Aristóteles, “La voluntad es la apetencia que obra de conformidad a lo racional” (Abbagnano). Por su parte la sociología nos plantea que la voluntad es percibida como la “Capacidad de dirigir la conducta personal mediante dos o más posibilidades” (Pratt). Desde la perspectiva etimológica la voluntad tiene su origen en “voluntas: de volo, velle, querer” (Monlau). De esta forma, cuando hablamos de la voluntad, estamos validando el “querer”, la “apetencia”, las “posibilidades” y los “poderes originarios del alma”… la voluntad es entonces, una construcción personal, una opción ecléctica, un camino posible.

Cuando la voluntad nos gobierna, las montañas se achican, las estrellas se acercan y nosotros los seres humanos, logramos comprender el sentido de la vida: empoderarnos para desarrollarnos sin límites, sin cortes de piso, sin techos. Frente a esta realidad, Albert Einstein afirmó un día, “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica… es la voluntad”.

La existencia misma muchas veces nos pone a prueba la voluntad. El cotidiano, el hacer diario nos genera espacios de incertidumbre… a ratos la vida nos sorprende con experiencias que nos superan, experiencias que muchas veces nos pueden hasta vencer en nuestro proceso de vivir en coherencia. La voluntad, esta energía que nos gobierna en forma natural o aprendida, nos acompaña a lo largo de la existencia con el espacio optativo de ser aplicada o no.

Sobre la voluntad Gandhi dijo un día, “Dicen que soy héroe, yo débil, tímido, casi insignificante, si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos”. Así es, el poder de la voluntad es indiscutible e insospechable. Lo que se puede llegar a hacer, solos o acompañados, es una posibilidad impensada muchas veces por nosotros mismos.

Por otro lado, cuando la voluntad se asocia a conceptos como “fuerza” (fuerza de voluntad), se logra comprender a cabalidad la trascendencia de esta palabra. La fuerza de voluntad resulta entonces un proceso de resistencia a corto plazo, para así alcanzar metas mayores a largo plazo. Victor Hugo reflexiona sobre el tema afirmando, “A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad”. Esta fuerza de voluntad, Federico Nietzsche la bautizó como Voluntad de poder, es decir: el motor principal del hombre para así acceder a sus ambiciones y deseos. El hombre, según este filósofo, desde su Voluntad de poder, demuestra al mundo su fuerza, y a la vez, desde esta manifestación de fuerza busca el sitio exacto desde dónde habitar este mundo. Para Nietzsche esta Voluntad de poder representa una expansión de energía creativa interna propia del ser humano. Confucio es enfático en el rol de esta Voluntad de poder (o voluntad), “Se puede quitar a un general su ejército, pero no a un hombre su voluntad”.    

El agotamiento de la voluntad

La voluntad también se puede agotar. Se puede vivir por años en la exigencia (voluntad mal entendida), y desde ése rigor continuo, apagarse paulatinamente la luz de la intensidad. La biología es clara en este sentido. Científicos de la universidad de Toronto, posterior a múltiples estudios confirmaron que las personas agotadas en el campo de la voluntad, mostraban menor actividad en el córtex cingulado, zona del cerebro vinculada al conocimiento. Muchas veces ocurre que cuando la voluntad se vive desde el rigor permanente, el cerebro adquiere otra modalidad de funcionamiento. De igual forma, se plantea que cuando la voluntad está en su máxima exigencia, se consume glucosa con mayor velocidad, ésta obviamente se renueva con el tiempo. También está confirmado que la renovación de la glucosa, genera una nueva intensidad en la fuerza de voluntad de las personas.

Otro tema a destacar, es que la voluntad se puede fortalecer desde nuestras propias creencias y actitudes. El investigador Mark Muraven (Universidad de Albany) plantea que las personas que viven en la obligación de ejercer autocontrol (o voluntad), se ven fácilmente agotados frente a quienes viven en armonía consigo mismo. Bajo este criterio, se comprende a cabalidad el rol y la importancia de los estados de ánimo en el fortalecimiento de la voluntad. A mejor estado de ánimo, se sobrepasan con mayor facilidad los momentos de agotamiento de la voluntad. Por su parte la PhD Veronika Job (Universidad de Stanford), en un reciente estudio concluyó que la autopercepción de cada ser humano con respecto a los límites de voluntad, los replican en sus propias vidas: “Los individuos que creían que la fuerza de voluntad era un recurso limitado, estaban sujetos a que su fuerza de voluntad se agotara. Pero las personas que no creían que la fuerza de voluntad se pudiera agotar, no mostraron signos de agotamiento después de ejercer el autocontrol (o voluntad)” (Job). 

Lo que podemos aprender de la voluntad

La voluntad se vincula directamente con resultados positivos.Cuando la voluntad desaparece, surgen los actos impulsivos.Cuando hay auto control en la infancia, la adultez resulta más fácil.La voluntad debe trabajarse, pero no se debe vivir en ella.Fortalecer el mundo interior (creencias, prácticas, estados de ánimo).Sumar nuevos conceptos (perseverar, esperanza, aprendizaje, humildad).Alimentarse con niveles estables de glucosa en la sangre (azúcar).Frente al agotamiento se recomienda focalizar esfuerzos (sin dispersión).Recordar y darle presencia a los logros obtenidos, para así emprender.Fortalecer la tolerancia a la frustración, y desde ahí, construir.La voluntad debe conectarse con el sentido final de la acción.

Investigaciones realizadas sobre la voluntad

(American Psychological Association, extracto 2012)
“Reducida a su esencia, la fuerza de voluntad es la capacidad de resistir las tentaciones al corto plazo para cumplir con las metas de largo plazo y existen buenos motivos para hacerlo. Los psicólogos de la universidad de Pensilvania Angela Duckworth, PhD, y Martin Seligman, PhD, hicieron estudios sobre el autocontrol de alumnos del octavo grado durante el transcurso de un año escolar. Primero midieron la autodisciplina (el término que usan para denominar el autocontrol) por medio de cuestionarios que profesores, padres y alumnos completaron. Luego asignaron a los estudiantes una tarea en la cual tenían la opción de recibir $1 inmediatamente o esperar una semana y recibir $2. Los investigadores descubrieron que los estudiantes que habían obtenido un puntaje alto en autodisciplina también obtenían mejores calificaciones, tenían mejor récord de asistencia y mejores puntajes en los exámenes estandarizados, y su probabilidad de ser admitidos a programas de bachillerato competitivos era mayor. Los investigadores descubrieron también que la autodisciplina es más importante que el coeficiente intelectual en anticipar el éxito académico.

Otros estudios han encontrado patrones similares. June Tangney, PhD, de la universidad George Mason, y un grupo de colegas, compararon la fuerza de voluntad de un grupo de estudiantes a los cuales les pidieron que completaran una serie de cuestionarios diseñados para medir su autocontrol. Del mismo modo los científicos crearon una escala para calcular la intensidad de la fuerza de voluntad. Descubrieron que los puntajes de autocontrol iban mano a mano con mayores promedios académicos, mayor autoestima, menos hábitos compulsivos al comer y al beber y mejores habilidades para las relaciones interpersonales.

Los beneficios de la fuerza de voluntad parecen extenderse mucho más allá de los años universitarios. Terrie Moffitt, PhD, de la Universidad Duke, y un grupo de colegas, estudiaron el autocontrol en un grupo de 1,000 individuos a los que se les hizo seguimiento desde su nacimiento hasta los 32 años de edad como parte de un estudio de salud a largo plazo en Dunedin, Nueva Zelanda. Junto con sus colegas, Moffitt descubrió que los individuos con mayor autocontrol durante su niñez (según lo reportado por profesores, padres y los niños mismos) llegaron a ser adultos más saludables física y mentalmente, con menos problemas de abuso de sustancias y menos condenas por actos criminales y con mejores hábitos de ahorro y mayor seguridad financiera. Estos patrones se mantuvieron aún después de ajustar los resultados para que reflejaran el nivel socioeconómico de los participantes, sus vidas familiares y su inteligencia general”.

Fernando Véliz Montero
Ph.D en Comunicación Organizacional ©, Coach Ontológico, Periodista, Diploma de Formación Acción en Indagación Apreciativa, Diploma en Estudios de Audiencias y Magíster en Comunicación. Conferencista para Colombia, Ecuador, Argentina, Venezuela, Paraguay, Uruguay, Perú y Chile. Autor de Resiliencia Organizacional (Gedisa) y Comunicar (Océano-Gedisa). www.fernandovelizmontero.cl


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