Por Esther Lobo
La necesidad de dar un enfoque sistémico a los problemas individuales, grupales y sociales no ha parado de crecer hasta la actualidad.
Desde luego, innovar no es sólo una cuestión de I+D+i. Se trata de un cambio de actitud; de ser conscientes de la necesidad de un cambio de paradigma de nuestra visión y comportamientos. Se trata también de que argumentos asociados a falta de recursos, de tiempo, de personas, de creatividad… dejen de ser una excusa para no abordar de forma diferente algo tan necesario para crecer y poder mantener el nivel de competitividad. De introducir nuevas formas nuevas de actuar, no sólo en los procesos de gestión o en la tecnología, sino, sobre todo, en la forma de liderar y trabajar con los equipos que son quiénes tienen que ejecutar los procesos de innovación.
La dificultad para que surja la innovación en los equipos suele ir acompañada de falta de ilusión y compromiso con la visión del negocio. Si eso sucede, los líderes en las organizaciones deberían reflexionar si la causa no parte de una falta de claridad en transmitir a sus colaboradores las prioridades sobre lo que hay que hacer, y la forma en la que se ha de hacer. En un equipo, se necesitan directrices claras para poder comprometerse sabiendo cuál va a ser la contribución de cada uno; es decir, lo que se espera a nivel individual, y cuál es el objetivo global que no hay que perder nunca de vista. Si en nuestro equipo no hay iniciativa, colaboración, creatividad, cabría preguntarse hasta qué punto estamos siendo artífices de un entorno falto de confianza, donde las diferencias se ven como conflictos en lugar de oportunidades para el debate productivo y sano. Si no permitimos que la confianza se instale en nuestro equipo, va a ser difícil que surja el compromiso, la responsabilidad, la ilusión y la creatividad necesarias para poder innovar.
Podemos seguir en el pasado y continuar en el modelo: acción-error-corrección-nueva acción. O también podemos ir hacia el futuro poniendo en el presente semillas nuevas de lo que queremos ver emerger. Las semillas son importantes como también lo es el estado del suelo. Conocer el terreno, prestando atención a lo que está pasando en el momento. Tomar conciencia del estado del suelo de nuestro sistema, y airear, drenar, humidificar y abonarlo antes de echar las semillas. Si el terreno es el adecuado, las semillas germinan y la innovación, es la cosecha. ¿Cómo está el suelo de la confianza en tu equipo? ¿Qué semillas dice tu sistema necesitar para que la innovación sea un hecho?
Esther Lobo
Consultant |Trainer|Coach
Innovación y Liderazgo
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