Por Daniel Palomo
Distinción y utilidad de la emoción dentro de cada una de las fases de un proceso de coaching.
En este artículo hablaré sobre la emoción y el coaching, su utilidad como uno de los tres pilares (lenguaje, cuerpo y emoción) y haré un breve esbozo de su inclusión en las distintas fases CORAOPS.
Cuando hablamos de emoción tenemos que entenderla como uno de los tres pilares básicos que utilizamos al comunicarnos, añadiendo el lenguaje y el cuerpo para completar el trio. Siempre que queremos comunicar algo, estos tres factores entran en juego, dotando o no de coherencia a la acción.
En un proceso de coaching entiendo que la emoción es algo que ha de tenerse en cuenta, tanto por parte del coach como del coachee, independientemente del sector profesional con el que trabajemos. Esta percepción queda bastante clara si tenemos en cuenta las fases de la Metodología CORAOPS®. Sin embargo hay que entender que CORAOPS no la forman una serie de fases independientes, sino que todas están relacionados entre sí y cada una de ellas influye en el resto.
Cuando hablamos de contexto, de cómo generamos un ambiente productivo, ya definimos el igualar la emoción como uno de los puntos importantes. Ésta permite al coach transformarse en un espejo del coachee, generando un entorno de confianza, lo que le permite trabajar desde la humildad y el acompañamiento. A su vez, hace que el coachee se sienta escuchado y entendido, generando el entorno necesario para una sesión productiva.
Desde la definición de objetivos, el uso de herramientas enfocadas a la emoción nos permite acompañar al coachee hacia ese ¿Para qué? que le motiva. Permite llevar al consciente emociones que el coachee siente y que éste decida cómo trabajar con ellas.
Esto implica la inclusión de la emoción en la fase de realidad. Las emociones están ahí, pueden manifestarse de maneras distintas y pueden ser trabajadas o no por el coachee. Sin embargo son muy importantes en nuestro trabajo como coaches porque definirán la situación actual del coachee, sus necesidades y el punto desde el cual comenzaremos a acompañar.
Todo proceso de coaching conlleva un aprendizaje en el que se encuentra presente la emoción. Ya desde CORAOPS se considera a la emoción como el tercer nivel de aprendizaje, pero hay que entender en gran medida el por qué. Entiendo que siempre que realizamos una acción, ésta es evaluada de dos maneras, consciente e inconsciente. En ambas se evalúa la acción en función de nuestras creencias y juicios; por un lado nos permite justificar de manera consciente la acción y por el otro nos genera una emoción determinada. El trabajar con el aprendizaje a través de la emoción implica ver qué emociones son o no productivas, además de trabajar con el coachee el estado emocional al que una situación nos lleva.
Cuando llega el momento de la generación de opciones, tenemos que tener presente la emoción en ciertos ámbitos. El ser humano es un ser de instintos, los utilizamos como método de supervivencia y generalmente funcionan, por tanto no tenemos que despreciar esas emociones que nos generan las distintas opciones a la hora de su definición. El cómo interpretemos cada emoción, cómo sea de productiva y cómo se gestione influirá tanto en la realidad como en el aprendizaje, pero nos llevará a su vez a generar una serie de opciones. Entiendo, por tanto, que una serie de opciones coherentes con nuestras emociones, serán aquellas más motivantes para la acción.
De esto podemos extraer que, cuando se realice el plan de acción, éste será coherente con todo lo anterior. Habrá mayor predisposición a que el coachee divida el objetivo en pequeños pasos y una mayor motivación para la consecución de los mismos.
Por último, cuando hablamos de seguimiento, tenemos que tener presente que si hemos trabajado la emoción desde el principio, de manera productiva, esta se verá reflejada en este punto. Realizar un seguimiento de las emociones, siempre desde el respeto y el empoderamiento del coachee, permitirá a éste tener una mejor predisposición tanto para celebrar los éxitos como para aprender de los fracasos. Todo esto, en mi opinión, empodera al coachee, dotándole de autonomía.
Por tanto, mi opinión es que siempre se tiene que tener presente la emoción en un proceso de coaching y hay que saber trabajarla con el coachee, por varios motivos: por su potencia como herramienta, por su utilidad en cualquiera de los pasos y por la capacidad de empoderamiento.
Daniel Palomo Hernández,
Coach CORAOPS
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