jueves, 11 de diciembre de 2014

Tus hijos: Ama su ritmo

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Por Nuria Redondo Gándara

COACHING AL SERVICIO DE LOS PADRES

Ruben Dario escribió: “Ama tu ritmo y ritma tus acciones / bajo su ley, así como tus versos; / eres un universo de universos / y tu alma una fuente de canciones…”

Son fuente de todo, de aquello que nos gusta y de lo que nos disgusta, pero todo está bien. Todo puede tener una acogida en nosotros aunque, después, podamos decirles que no estamos de acuerdo con ellos o que a nosotros, por lo que sea, no nos viene bien este o aquel comportamiento.

Que no nos moleste su ritmo o su sentir, separemos lo que sentimos nosotros y lo que la sociedad nos impone y les impone, de lo que ellos sienten o necesitan para así, poder explicarles que son dos cosas diferentes. No hagamos niños en serie con las mismas necesidades, o mejor dicho no lo intentemos porque hacerlo es imposible.

Aceptación incondicional de lo que son, no de lo que hacen

Cuando un niño o niña se siente inadecuado, aparece la inhibición, la inseguridad y la crítica interna. Al nacer todos brillamos y en cada interacción en la que nos sentimos inadecuados, esa luz va dejando de salir al exterior.

Aprenden que una parte de si mismos no es “querida” por los demás y dejan de quererla, de hecho pueden hacer por esconderla, pero no por ello desaparece de su interior.

Olvidan que son dignos de amor y de respeto.

Todos somos únicos

Todos somos universos únicos y lo más que podemos aspirar es a comportarnos en sociedad de manera que todos nos beneficiemos de ello, pero no a dejar de sentir el “impulso de”… de hacer aquello que nuestro cuerpo nos pide.

Ellos, más libres que nosotros, siguen manteniendo el pulso de su vida por encima de la de los demás, de la nuestra, de la de los profes.

He aquí la dificultad, educarles de manera que entiendan que ellos no pueden pasar por encima de todos los demás, pero sin castigarse por aquello que sientan. La culpa es un método efectivo pero es una condena que ninguno deberíamos llevar.

No les impongamos que se queden por debajo viendo pasar la ola sobre sus cabezas.

Es importante diferenciar lo que sentimos y deseamos de nuestro comportamiento  después y, cuanto más se nos acepta, se nos tiene en cuenta y se nos escucha como parte de este todo, más dispuestos estamos a colaborar.

¿Dispuestos a colaborar?

¿Cuál es la manera en la que tu´ mejor aceptas las peticiones, órdenes o proyectos que te trasmite tu jefe? ¿Cumples las normas sociales mejor cuando las entiendes y conoces? ¿Qué te gusta que te digan cuando estás triste o enfadado? ¿Que´ te ocurre por dentro cuando te sientes juzgado? ¿Que´ opinas de aquellos que te dicen lo que tienes que hacer? ¿Cómo reaccionas aún cuando tus padres te dicen aquello que tendrías que hacer con tus hijos?

Cualquier respuesta que surja a esas preguntas será muy parecida a las que darían nuestros hijos si les preguntáramos, o no, pero anímate que también “se vale” preguntarles a ellos.

Generando confianza

No tener todas las respuestas no es malo, contestar imponiéndonos y haciendo creer que si´ las tenemos, deteriora nuestra credibilidad y la relación con los demás.

Las relaciones fuertes con los hijos, las de confianza, las de “valoro tu sinceridad sobre el hecho que me estás contando”, las de que se note que les contamos y compartimos nuestros miedos e inseguridades, esas son una garantía para que el día de mañana nos cuenten lo que les pasa y podamos actuar en casos de acoso escolar, abusos a menores, drogas o embarazos no deseados.

A veces solo las anteriores palabras nos hacen seguir leyendo, no queremos que nuestros hijos sean víctimas de todo esto pero, sinceramente, también debería preocuparnos que no sean verdugos. Alguien tiene que ser el padre de esas personas que pueden dañar a nuestros hijos, y saber que´ necesita un niño que no conoce otra salida que extorsionar al resto nos ahorraría muchos problemas.

La felicidad de nuestros hijos a veces no depende de una soga tan gorda como un acoso escolar, a veces es un hilo tan sencillo como unas compañeras que no escuchan su opinión o no les dejan elegir a que van a jugar hoy en el recreo. No escatimemos en la comunicación con nuestros hijos ni en el establecimiento de una confianza que nos ayude en las  pequeñas cosas y nos evite llegar a sitios donde ningún niño quisiera llegar, ni el agresor ni el agredido.

¿Por qué coaching al servicio de los padres?

Por que al igual que un coach, los padres acompañan a sus hijos durante un proceso, con el fin último de que sea él quien dirija y gobierne su vida, ayudándoles a hacerse diversos planteamientos y a que sean quienes encuentren sus propias respuestas.

Por que el acompañamiento se realiza desde el convencimiento de que el coachee tiene todas las respuestas y es una persona con total capacidad para a partir de la toma de conciencia llegar a la responsabilidad.

Necesitamos que llegue la independencia de nuestros hijos con confianza en su tomarán las mejores decisiones.

Poner las habilidades del coaching al servicio de los padres, mejora el proceso, la absoluta confianza en ellos y la capacidad de presentarles diferentes opciones y que encuentren su forma de llevar a cabo sus propias decisiones y tomar sus responsabilidades.

Las capacidades de un buen coach adquiridas por un padre o madre, te ayudarán en la maravillosa tarea de educarles.

Nuria Redondo Gándara
nrgandara@desarrollatcoaching.com
www.desarrollatcoaching.com


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